No resulta fácil definir conceptos que no son materiales, y el arte, como tal, no es material. Bien se podría argumentar que un cuadro es material, que una escultura es tangible, por supuesto, pero a menudo se debería diferenciar entre la técnica o habilidad para realizar algo, y el arte como concepto diferenciador entre lo que es técnicamente superior y lo que es psicológicamente superior.
Yo, particularmente, aspiro a definir arte no como la consecución de algo de gran belleza o digno de admiración, sino como la plasmación de una idea no definida, que en un cuerpo material, adquiere una forma que pude ser particular para cada cual.
El arte es cambiante, relativo, personal y al mismo tiempo posee unas reglas, suele ser convertido en absoluto con el paso del tiempo y las críticas y por lo tanto, adquiere dominio público. En esto podemos ver que, así mismo, cualquier definición que pretenda ser universal caerá en el error de tratar de abarcar cosas opuestas.
Quizás, poniendo diversos ejemplos relacionados con conceptos que pueden dirimir una definición de arte se aclaren las cosas.
La realización de un edificio colosal como la Torre Eiffel puede considerarse arte, y puede gustar o no gustar, pero, ¿quién fue el artista? ¿Los trabajadores que realizaron el trabajo técnico o Gustav Eiffel, que creó la idea y la plasmó en un diseño mundialmente conocido?
¿Por qué a menudo se menosprecia el arte contemporáneo y sin embargo se aprecian los ideales humanistas del Renacimiento? Bien podría ser por incomprensión de lo primero y facilidad para reconocer lo que pretende reflejar lo segundo. Pero esto, en mi opinión, es caer en un error, pues ambos tiempos pretenden lo mismo, reflejar una realidad mental o física, aunque sus metodologías sean diametralmente opuestas, no debe menospreciarse una obra de Miró porque nos resulte difícil entenderla, ¿no creen?
Y un último ejemplo, este de carácter más material. Muchísima gente, entre los que me incluyo, ven disparatado el precio de subasta que alcanzan algunas obras de arte, sean las que sean, sin embargo, si realmente se paga un precio por algo, es porque lo vale, ¿no? Y si te detienes un instante a reflexionar, puedes darte cuenta no sólo de la exclusividad del artículo que se adquiere, no sólo de los “qué dirán” que provocará, sino de que la plasmación de un impulso humano en una entidad material es algo que no todo el mundo logra, y quizás en ello esté su valor.
Pues bien, podría decirse tras esto, y sin intención de alargar más esta definición, que el concepto de arte siempre estará en constante evolución, nunca se definirá de forma absoluta, porque en su naturaleza, como en la naturaleza de las realidades que ven las personas, no existe nada absoluto ni racional, y si existe, tiene un valor ínfimo en comparación con el reflejo de emociones más irracionales que no pueden contabilizarse, pero que sin embargo, algunas personas, los llamados “artistas” pueden plasmar por una eternidad viniendo de un solo instante.
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