10 de noviembre de 2010

ea, le dió por ahí...

El vecino de arriba se va a morir tosiendo...
Dios, que alguien lo mate ya,
menudo tormento...
La luz del flexo me tiene mareado,
los ojos están quemados,
y las ganas perdidas...
¿ganas de qué? me pregunta una amiga por la espalda...
de nada le contaré, de aguantar un minuto más al vecino...
Mientes, por supuesto, dice la chica perspicaz (sí, esa que es una barbie quejica que vive en el cuarto más lejano al vecino... como la odio...)
Pues sí, te miento princesita, no tengo ganas de arrepentirme, de no atreverme...
¿a qué? pregunta...
A darle un golpe a la pared y tirar abajo tanta fachada...
Y se va, y me deja a solas... miento, a solas no...
Por dios, que tiene este hombre en la garganta? y me acuerdo de un refrán...
Cuando el río suena... es porque tiene un buen amplificador...
Maldito sea, que no me deja dormir...
Pero un día de estos va a sufrir...
Un empujón en la escalera...
que me va a hacer reir...
Porque tramar maldades...
Es como vivir la vida borracho...
te puedes equivocar de puerta al tocar...
pero siempre te reirás...
Y ya para terminar, cuando el sol estaba por aparecer...
me di cuenta de que la felicidad, como los ronquidos del mal vecino...
estaban en las pequeñas cosas...
Una pequeña molestia, un pequeño miedo, un pequeño ideal, una pequeña canción y un... un GRAN RONQUIDO... puñetero que ha vuelto...

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