Son cosas de la vida, que por una u otra razón desconocida, acabas haciendo algo que no te llama mucho la atención, algo que al principio es por obligación... Teniéndote que mojar, teniendo que renunciar, invirtiendo sin saber la verdad... porque si algo tiene todo esto, es una explicación...o no, empiezo a dejar de creer en que todo tiene explicación, y el día a día no colabora a recuperar la fe...
Debo tener bastante suerte, debo estar loco, no sé, será el compromiso adquirido, el... ¿por qué no? Pero salió bien, ahora me doy cuenta de que no me equivoqué, caminé de la mano del aburrimiento y la pesadez, del pasotimos y la dejez, pero acabé aprendiendo, aprendiendo a valorar lo que tengo y lo que vendrá, lo que me aportan las cosas que pensé que jamás me aportarían nada, aprendiendo a tener paciencia, a esperar los frutos, porque lo mismo caen al suelo y tengo que recogerlos con dolores de espalda, pero la vida te dice a gritos que vale la pena, y... ¿quién soy yo para rebatirle cosas a la vida? Nadie...
Bien, bien, bien, el año va a terminar bien...con sus cosas malas, como debe ser, pero con sorpresas de última hora, con un...tal vez...
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