En última instancia, somos actitud, somos momentáneos, somos un inestable estado de ánimo, en esencia, somos espíritus inquietos, inseguros, mezclados con el viento, dejándonos llevar decididamente.
¿Por qué nos permitimos dudar cuándo deberiamos actuar? Porque estamos hechos de miedo, de motivos para perder la fe, de recuerdos borrosos, nos mezclamos a diario en la duda de ser o parecer, de actuar o reflexionar, de si o no, cuando a diario deberiamos vivir, tal cuál, no aparentando sencillez, no demostrando que somos complicados, encontrando el término medio, la mesura de lo que rebosa, la decisión menos errónea.
Alcanzar, correr tras ella y fracasar, esa es la felicidad que ansiamos capturar.
Vivirla, aprovecharse un día más, no conocerla, esa es mi felicidad...
Quizás si la conozca, quizás seas tú.
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