11 de febrero de 2011

De esas que no paran quietas ni siquiera cuando duermes, porque mientras...sueñas

En los pies subiendo a las rodillas, en las rodillas bajando a los tobillos, en los tobillos, haciéndome correr, en las rodillas, doliendo de tanto moverlas. En mi cintura, que no quiere parar de bailar, en mis piernas, cansadas de no hacer ná.
En mi ombligo, donde más, subiendo a mi cuello, sin parar, llegando a la cabeza, no dejándome respirar, ¿te lo puedes creer? No me dejan en paz.
Están en mis dedos, inquietas, haciendome perder las uñas entre mordiscos, en mi garganta, sin poderlo evitar. En mi pelo, que no se deja peinar, en mis orejas, que las escuchan a cada instante, en mis ojos, que se iluminan por cualquier tontería, en todas partes, ¡Están!
Las busco en mis codos, ¿que absurdo no? Las siento ahí también, como en todas partes, en las farolas también, y en las pizzas, y en cada cruzcampo, y en ese paisaje que no veo desde la ventana de mi cuarto, pero que imagino desde la ventana de mi facultad, es una tontería, pero en todas partes, ¡Están!
Te preguntarás...
Mariposas de esas que te hacen...tontear, llorar, reir, cantar, tropezarte, madrugar, trasnochar, imaginar, suponer, creer volar, creer cada día más... Tú la sientes, estoy seguro, pero yo...mucho más!

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