11 de julio de 2010

El precio de la autenticidad...

Pues mira, algo bueno tenía que tener vivir los cambios, ¿no? Descubrirse…y aceptarse además…

Estoy dispuesto a pagar el precio por ser yo, ya sí, ya me va a afectar lo mínimo cualquiera de las cosas que me rodean, porque al fin y al cabo, el primer paso para aceptar que uno es como es, es comprender que una parte de sí mismo está completamente diseñada por lo que le rodea…
Ahora sí que no soy un rebelde por no ir a ver a España a una pantalla gigante, o por beber Gin-tonic, ahora simplemente lo hago porque lo quiero y no por demostrarle al mundo que lo hago porque puedo…no parece que haya una gran diferencia, pero a mí me basta con notarla para sentirme bien…
Ahora iré a las discotecas cuando me apetezcan, porque aunque no me gusten, tendré ratos en que quiera ir, y entonces iré, el resto del tiempo, no renegaré de mí mismo, prefiero renegar de mis obligaciones sociales, es mucho más complicado, pero vale la pena…
Ahora ya me da exactamente igual parecer una cosa u otra, ser o no sensible, pedir ternura y recibir palos, o viceversa, ser cruel o ser un blando, ahora me da exactamente igual todo aquello que me apetezca, y le daré importancia a cualquier cosa que hace diez minutos no me importaba, y luego, pues volveremos al principio, ahora he aceptado la primera de las reglas para ser incapaz de describirme, ¿cuál? Que no puedo ser yo sin contradecirme constantemente, a cada instante, en cada acto…
Ahora bien, la contradicción no me haré ser un “veleta” carente de principios, simplemente me permitirá aceptar que en determinados momentos, en determinados estados de ánimo, mis principios deben dejarse de lado para adaptarme, ahora la felicidad no es un objetivo ni un camino, la felicidad simplemente es una palabra que pretende representar algo que no se puede explicar, que simplemente se siente a ratos…
¿Y todo esto es maravilloso a partir de ahora? Que va, hay rabia, hay muchísima ira, hay miles de dudas, hay ganas de cambiar y ganas de volver atrás para dejar las cosas como estaban. Hay marcha atrás y caminos futuros, hay tristeza y pena, pero me da igual, todo lo que hay ahora es porque yo lo provoque, porque yo lo busque y lo acepte, y no al revés, ahora soy yo el que fastidia las cosas, y no las cosas las que me fastidian a mí…

No hay comentarios:

Publicar un comentario