13 de marzo de 2011

Incompleto

Suena un poquito de Knopfler en mi ordenador, es bastante tarde (aunque acostumbro a trasnochar aún más) y no me apetece meterle mano a mi almohada (la noto demasiado blanda si la comparo con la del hospital, ¡qué cosas!). Total, que entre una y otra cosa, no me he acordado de ti, pero me he propuesto hacerlo, caprichos de un corazón aburrido, deseos de una mente cansada de soñar.
Y me he dicho que no serán más de mil palabras las que me robes esta noche, y parecerán pocas, pero no es así, son bastantes, te lo digo yo… suficientes, estoy seguro de que sabes que son suficientes.
Que te imagino sentada junto a un semáforo, habiendo encontrado la mitad de tu naranja, esa que consiga hacerte esperar sentada, y me sonrío, porque no le pongo cara a esa persona, pero si pongo cara a tu expresión, mitad extrañada, mitad ilusionada, casi totalmente cierta, completamente imaginada. Es difícil suponer cosas que no pueden ser, aunque pudieran serlo con facilidad, tú las complicas cada día, tú haces que la magia de las cosas esté en que no se pueden imaginar con facilidad.
Y paseamos, en mis ilusiones paseamos, y con un destino claro, un caminito que me callaré, pero que por una vez, conozco al dedillo, y esa seguridad que tanto necesito convive tranquilamente con tus ansias de vivir en la sorpresa, de ser pura incertidumbre, con tu forma de contrariarme, supongo que me entiendes, ¿verdad? Haces como que no poniendo los ojos en blanco, pero ya no me engañas, te gusta que intente saber a dónde vas, y te gusta imaginar un poco que soy capaz de guiarte levemente…
Es un tira y afloja, un ni contigo, ni sin ti, es una situación de tensión que no aflora, una rima entre tanta prosa, un yo que sé justo antes de despedirnos. Lo sabes bien, sé que no hablo sólo, sé que estás al otro lado.
Y ahora vamos ordenadamente, al momento en que me toca sonrojarte, diciéndote eso que de sobra sabes, eso de que eres mi diosa fortuna, eres mi perfecta melodía, eres la tontería que me hace babear cuándo veo a los pájaros cantar, eres lo más pequeño que todavía puede hacer sonreír a un viejo, eres lo más grande que puede impresionar sin asustar a un bebe de pocos meses, eres ese punto intermedio, el perfecto complemento de aquello que resulta opuesto, y que no puede desaparecer, eres como ese trocito de imán que mantiene unido un número de teléfono al frigorífico. No sabes para qué quieres ese número justo ahí, no sabes cómo llegó a ser importante para ti, pero cuídalo, cuídate de no perder la oportunidad de mantener abierta esa ventana abierta, nunca sabes cuándo en un arrebato de cuerda locura puedes necesitar un rescate de algo que jamás imaginaste que pudiese salvarte.

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