Dime que no, atrevete a negarte a tí misma, sólo necesito un motivo para marcharme, pero me lo tienes que dar tú.
Tú que siempre me tiraste tantas cosas en cara, que nunca mantuviste la boca cerrada, si, tú que tenías por lengua una daga de plata, atrevete a enfrentarte a tus demonios, atrevete a desafiarme...
Dime que no, por una vez, mientete a ver si eres capaz de engañarme de verdad, a ver si consigues hacerme pasar por el trance de tener que dejarte marchar...
Porque sé que no, que no lo harás, que te gusta este dañino tira y afloja, que te apetece verme cada día tras de tí, con los ojos llenos de ira, siguiendo tu compás.
Pero el problema ahora está en tu ventana, el problema te lo has encontrado al fin, tú te lo has buscado, por soñar que los sueños no se hacen nunca realidad, por vivir en la ignorancia de que siempre sabrás un poco más que yo...
Pues no, te equivocaste, y ahora no me da la gana decirte adiós, y ahora que tú me quieres, quién no quiere soy yo...
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