El mundo hoy día va demasiado rápido, hay demasiada intensidad en el ritmo de las cosas, y sin embargo, muy poca humanidad. Vivimos rodeados de caras vacías que desconocemos, que no nos trasmiten nada, que existen, pero que no tienen valor alguno, sólo agobian, asfixian, matan el propio espíritu, igual que nosotros mataremos el suyo, sin sentirlo siquiera. Que crueldad nos muestra esta muchedumbre arrastrada y arrastrante, carente de toda la humanidad que cualquiera debiera tener. Todo esto lleva, o llevará, de uno u otro modo, al deseo de estar solo.
Ha llegado mi momento, mi instante, mi eternidad, esa en la que deseo ser y estar yo, solo, sin nada ni nadie, en mi mismo. Busco con esto mi cura, mi sentido, mi crecimiento, mi perdición. Una cura que se escapa en este mundo humano, arrastrada a la oscuridad por la marea que me ataca sin pensarlo. Sin esta cura no podré ser yo mismo.
Un sentido tras ser yo, encontrar mi significado, mis porqués, esa luz innata que ilumine mi camino aún a ciegas, pisando sin evitarlo las conciencias de otras almas tan torturadas como la mía. Sin este sentido no podré avanzar hacia donde me lleven mis pasos.
Un crecimiento necesario de mi espíritu, que se aleje de mi cuerpo, que viaje fuera de este mundo terrible y alcance su meta, aquella para la que nació. Que ese espíritu se imbuya de esas almas que, perdidas entre la muchedumbre, tienen nombre y apellido, mi yo externo, el que sustenta lo demás, el que muere por avanzar.
Y así acabar, encontrar la perdición de mi soledad, que tras alcanzar lo que tanto ansiaba, descubre que lo odia, que se detesta por haber estado equivocada todo este tiempo, pisoteando lo mundano, hasta convertirse en uno más de esa masa que tanto detesta. Se rompe así el silencio que buscaba, la soledad que ansiaba, alguien pone una mano sobre mi hombro y todo cambia, luz, oscuridad, y de nuevo un silencio distinto…
Que estrés de vida la que nos ha tocado vivir a las generaciones actuales. Se palpa en el ambiente esa falsa idea de bienestar. Por y para el progreso de la humanidad, hemos perdido la humanidad personal. Cada uno, desde que nace, salvo por el amor familiar, se encuentra rodeado de personas sin rostro que nos roban nuestra esencia. No conocemos lo que nos depararán los años, esos por los que pasaremos a pies juntillas y sin alcanzar casi con total seguridad nuestra propia realización. Pero gracias a Dios, o a lo que creamos o no creamos cada uno, seres sin alma, hombres sin rostro, existe una luz más allá de todo el progreso maldito. La amistad. Vivimos solos, arrastrados en unos años vacíos, pero aún tenemos salvación.
No quiero, nadie quiere estar solo, está en lo más profundo de nuestro ser vivir acompañados. Somos animales sociales, y sin compañía dejamos de ser nosotros mismo. Por eso, no quiero vivir en soledad, quiero salvarme del destino que esta sociedad me ha concedido, por ello me agarro con toda mi fe a esas personas con rostro, esas que se cruzaron en mi camino, porque sus pasos van en la misma dirección que los míos.
Por ello, aún quiero vivir, acompañado por personas como yo, que perdidas entre la marea del progreso, me ayudarán a no marcharme de este mundo sin haber dejado huella, una esencia que permita a los que vengan vivir lo que yo viví.
Somos pura contradicción, pero tú que elegirías…
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