Es curiosa la manera que tiene el hombre (y la mujer) de pasar de la euforia a la depresión, y viceversa en un instante, en cuestión de segundos o minutos, es algo maravilloso lo que te pasa cuando estás llorando de tristeza y diez minutos después tu alma está bailando la más dulce melodía…todo es tan cambiante, que es normal, ¿no?
Lo ves todo mal cuando te pasa algo malo, cuando algo no sale según lo planeado, todo se tuerce, todo se oscurece, la vida se vuelve gris tan rápido como los planes se rompen. Esos planes que eran de oro acaban por los suelos y tus ánimos corren la misma suerte. A partir de ese momento ya sólo existen las dudas, los “malos rollos” y ese pesimismo que tan fácilmente se apodera de cualquiera, por fuerte que sea su ánimo.
Y de pronto, tras esa travesía en el desierto, viene un tropezón del destino, un giro brusco hacia otra dirección y todo cambia de nuevo. ¡Ojo!, no digo que para bien, porque a veces cuando las cosas van mal, empeoran, pero puede ocurrir algo todavía más increíble, que una mala idea se convierta en un buen recuerdo en pocos segundos, en cuestión de…lo que duran un par de buenas palabras, un encontronazo fortuito o dos buenas copas, el antídoto es diferente cada vez…
Y ahora todo sale bien, ¿importan los planes? Que va, ahora no valen nada, menos que papel mojado y mucho más que cualquiera de los malos instantes que antes viviste, ¿no resulta increíble? A mí sí, especialmente porque vivo constantemente en esa montaña rusa que son los cambios de humor y eso me fascina tanto como me rebota…Miento, simplemente me fascina, no me rebota…
¿Qué si querría cambiar mi vida por un constante bienestar? Personalmente y perdonen la expresión, ni de coña. Es todo más divertido cuando las alegrías son inesperadas, cuando los malos momentos te enseñan a disfrutar los buenos que vendrán y sobre todo, cuando la pequeña sonrisa se dibuja en una enorme tristeza, eso es mucho más valioso que apenas sentir una infinita tranquilidad, porque, ¿a quién le gusta la tranquilidad de una eterna juventud cuando puedes vivir arriesgando a cada instante?
Ojalá haya gente que elija eso, sino, tocaría repartirse a la diosa fortuna entre mucha más gente y acabaríamos por agobiarnos…
Yo, por lo pronto, me dispongo a afrontar con planes dudosos noches oscuras, bendita sea mi buena suerte que me esconde mis idas y venidas, buenas o malas, las quiero desconocer hasta que esté preparado para ellas…
Lo ves todo mal cuando te pasa algo malo, cuando algo no sale según lo planeado, todo se tuerce, todo se oscurece, la vida se vuelve gris tan rápido como los planes se rompen. Esos planes que eran de oro acaban por los suelos y tus ánimos corren la misma suerte. A partir de ese momento ya sólo existen las dudas, los “malos rollos” y ese pesimismo que tan fácilmente se apodera de cualquiera, por fuerte que sea su ánimo.
Y de pronto, tras esa travesía en el desierto, viene un tropezón del destino, un giro brusco hacia otra dirección y todo cambia de nuevo. ¡Ojo!, no digo que para bien, porque a veces cuando las cosas van mal, empeoran, pero puede ocurrir algo todavía más increíble, que una mala idea se convierta en un buen recuerdo en pocos segundos, en cuestión de…lo que duran un par de buenas palabras, un encontronazo fortuito o dos buenas copas, el antídoto es diferente cada vez…
Y ahora todo sale bien, ¿importan los planes? Que va, ahora no valen nada, menos que papel mojado y mucho más que cualquiera de los malos instantes que antes viviste, ¿no resulta increíble? A mí sí, especialmente porque vivo constantemente en esa montaña rusa que son los cambios de humor y eso me fascina tanto como me rebota…Miento, simplemente me fascina, no me rebota…
¿Qué si querría cambiar mi vida por un constante bienestar? Personalmente y perdonen la expresión, ni de coña. Es todo más divertido cuando las alegrías son inesperadas, cuando los malos momentos te enseñan a disfrutar los buenos que vendrán y sobre todo, cuando la pequeña sonrisa se dibuja en una enorme tristeza, eso es mucho más valioso que apenas sentir una infinita tranquilidad, porque, ¿a quién le gusta la tranquilidad de una eterna juventud cuando puedes vivir arriesgando a cada instante?
Ojalá haya gente que elija eso, sino, tocaría repartirse a la diosa fortuna entre mucha más gente y acabaríamos por agobiarnos…
Yo, por lo pronto, me dispongo a afrontar con planes dudosos noches oscuras, bendita sea mi buena suerte que me esconde mis idas y venidas, buenas o malas, las quiero desconocer hasta que esté preparado para ellas…
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