Pues eso, que no sé muy bien de que voy, sé muy bien de qué vas, y no sé del todo cómo cambiar las cosas.
Por partes, ¿va? Cambiar mi futuro, mi forma de actuar, cambiar también lo que diga, las visitas al médico y esa suerte de distancia que provoca el azar. Cambiar tu opinión, tu concepto de mí, tu irrisoria esperanza de que las cosas son como las imaginas y no como son en la realidad.
Esta es una canción sin ritmo, un ritmo perdido no está tan mal, yo simplemente pienso que con algo de música, podría resucitar. No sé para dónde van los tiros, ¿a quién le importan? Simplemente estoy aburrido, y me apetece hablar, y como tú, mi aburrimiento principal, me faltas, pues no tengo nada mejor que hacer.
Eres eso, la fuente discontinua de distorsión mental, ese inocente secreto que no cuento a nadie porque nadie le da importancia, ni siquiera nosotros mismos, salvo por lo que no dice, que es que confiamos a la hora de la verdad.
Tres minutos escasos, tampoco tardo más, me empieza a sobrar tiempo, me empiezo a emocionar, ¿me pongo melancólico? ¿Romántico? ¿brutal? Mejor en golpes de locura, te diré que no te quiero, pero que si me apuras y me arriesgo, quererte no sería el peor final.
Luego vienen los peros, manzanas y demás frutas, pensabas antes que vendrían las faltas, ¿y dónde estarán? No lo sé, no las conozco, no conozco ni el bien ni el mal, simplemente me apetece hablar contigo, hablar sin decir nada, hablar por hablar, hablar como hace todo el mundo, hablar hablar hablar, a su debido tiempo...
Callar
Más tarde...
Tú dirás.
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