Hablaré en pasado de nuestro futuro, con un tono roto de voz, suena a explosión pasada, al dulce sabor de lo salado.
Niégame que te gusta golpear el suelo con uno de tus pies mientras el mundo se detiene imaginariamente y te confirmaré eso que siempre supiste, que nunca supe cantar, pero siempre lo intenté por tí.
Tuya fue la culpa de mi modestia, de tus tentaciones, de los aciertos y los errores, mía fue la virtud de la paciencia, de la crueldad desmedida, mezclados estuvimos, pero no nos supimos mezclar, encontrando el punto medio que nunca nos interesó, así decidí volver a meterle ritmo a la vida.
No quedará miedo en tus pestañas, no habrá reproches en mis bolsillos, no faltará paciencia en mi mochila, no pasaré calor a disgusto. Por suerte, ya no hay nada que temer. No lo había desde hace tiempo, no lo habrá durante un tiempo, pasado el momento, ya no lo sé.
Te crees que que hablo de mí, pienso que hablo de tí. Ni lo uno ni lo otro, simplemente es una canción, interpretala tú por mí.
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