He descendido a los infiernos, y créeme, allí nadie reía.
¿Te crees que me has visto sonreir? Mentía.
¿Imaginas que puedes verme llorar? Nunca lo conseguirás.
Alguien dijo una vez que las buenas historias hay que contarlas dos veces, sino nadie las cree. Seguro que alguien lo dijo, aunque me lo acabo de inventar. Pero como la historia se repite, seguro que no he sido el primero en pensar eso, ni seré el último en hacerme el guay con aquello.Odio los mosquitos, me apetece morder maíz, creo en un Dios dentro de mí, sueño todas las noches con tonterías ( y no te las puedo contar porque algunas son para adultos y tú todavía eres muy pequeña), escribo mucho menos de lo que debería, mucho más de lo que mi tiempo me permite y todo lo que debería borrar. Tengo mil vicios tontos, tengo dos tipos de ánimo, el tonto y el estúpido, me falta habilidad para cumplir mis manías (ese primer escalón), pero no es este un final feliz, si quisiese que lo fuese, la entrada no se llamaría así.
Es un final abierto, un final por escribir, ahora escucho yo, tú sabrás que tienes que decir.
Sonríe tú que puedes, estaré esperando en mi parada a que me toque a mí reir último, reir con más ganas.
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