Salió bien, no hubo consecuencias imprevisibles, tampoco ninguna alegría inesperada, fue correcto.
Incluso para morirse.
Dijo adiós a quién le caía bien, dijo buenas noches a su última fiesta de casado, y para portarse correctamente, saludo militarmente a su corte de abogados y gorrones.
A ella, y a ellos, a los que realmente sentía decirle adiós, no les dijo nada, no se atrevió, fue cobarde hasta para marcharse. Digo yo.
Y así se fue, y aburrió a las ovejas que encontró por el camino, y suspiró por todo lo que no alcanzó, y se descubrió ignorante hasta que lo encerraron en su caja.
Aprendió una cosa en su última luz.
Que siempre estuvo ciego.
Esto coincide con un post que acabo es escribir...
ResponderEliminarCoincidencias?
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