Suerte que nunca faltó chocolate en mis postres, sino, ¿qué habría sido de mi ánimo cuándo había tan poco que celebrar? Pues habría sido lo lógico, la imperante necesidad de seguir adelante lo que habría tenido que pasar, y en lugar de eso, me di el capricho, y quise subir hacia arriba en lugar de avanzar.
Ahora veo entre las nubes, veo mucho y muy lejos, pero no puedo tocar nada. Me siento como Hurin, esclavo de mis victorias, dueño de mis pensamientos, carcomido por lo que veo, por esas nubes que me dan tregua cuando no la quiero, que no me dejan descansar cuando lo pido.
Y no para de tronar, escucho lo que quiero, no me vas a escuchar quejarme, aunque lo supondrás. Es mi camino, mío y de nadie más, buscarme, encontrarme, y si no me gusta lo que encuentro, cambiarme.No es difícil si lo piensas.
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