Sufro dolor, dolor por tal o cual motivo, lo tenga o lo invente. Siempre entre sombras, siempre delirando. Y así todo el tiempo, resulta que la infelicidad es mi forma de vida, es mi espíritu. ¡No me quejo eh! Simplemente digo mi verdad, la asumo, trasnocho, disfruto de lo poco que sepa hacerme sonreir y combato el miedo con aparente calma.
Mi fortaleza, si es que existe, está fuera de mí, está aquí o allá, en islas que hoy la oscuridad envuelve. Los libros de aventura épica, los sueños de pasión que no se harán realidad, las aspiraciones que ayer eran irrealizables y hoy aburrirían. Mi fortaleza está acá, en un ritmo, en una sonrisa de niño pequeño, de cuando todavía podía inventar historias que fuesen creibles no sólo para ellos, sino para mí.
Entonces no sé si eran tiempos más felices que estos, pero la ignorancia me servía de almohada, y los dolores que hoy pueda tener, sólo ritmos como este lo pueden salvar.
Vaya tontería verdad...Pues decirte guapa también lo es, y nunca te he escuchado quejarte. Así que esto es lo que hay: misterios, amargura, un par de cafés e incógnitas por resolver.
Guau...muy buena Minutacio (desde el trabajo no puedo firmar con mi nombre, así que firmo con el tuyo para que reconozcas a este "anónimo").
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