22 de julio de 2011

Tormento


Que me pitan los oídos, que no duermo como debo.
Malditos sean los sueños que tengo, que los sueño hasta despierto.
Imagina como quedo, cuándo no descanso nada, y encima pienso.
Dejar de pensar, clamar entre almohadas, ¿Qué qué me pasa?
Que vivo amargado, que de todo me quejo. Que si tengo algo, ya no lo quiero.
Que soy un niño chico, pero sin ser inocente, que perdí las virtudes del peque, y cogí los vicios del viejo.
Y en esto me quedo, destrozado y sin arreglo, con ganas de estar solo por momentos, con ganas de no dejar de estar acompañado por si tropiezo.
Y así mientras actúo y te comento. Y tú no lo ves, ni nadie por instinto lo intuye, pero yo me voy derrumbando, y acabaré cayendo.
¿Y cuál es mi preocupación? Lo que  me podré llevar por delante cuando no pueda levantarme. Me preocupa eso, porque al final, aunque ni lo crea ni lo sepa, soy bueno.

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