Te decía, que no sé, a veces trasnocho un poquito y en la almohada, así como riéndome, te daría un toque, y te lo doy. Y espero la respuesta, ¿no sé si recuerdas como iba eso? Te hago un amago de llamada y tú haces lo mismo. Me saltan los nervios de encenderse el móvil en plena oscuridad y mis dedos empiezan a...¿tararear? Tres minutos, contrarreloj, no te vayas a dormir...
Llegará el sms, tiene que llega, me mataría que te quedases dormida sin saber que además de acordarme de ti, me apetecía que escuchases al oído 160 caracteres que son infantiles, sí, pero...¿y lo que nos gusta a nosotros toda esa cosa?
No lo recordaba, de verdad, 2013 tiene algo especial, ha empezado mejor de lo que podría soñar, y no imagino como acabará, aunque me encanta planearlo, para que salga fatal, exactamente igual que esas historias de montaña rusa, pero sin que te marees y pongas mala cara al final.
No sé, ¿a quién le importa realmente la edad? Nunca se es demasiado joven para pensar ni demasiado viejo para tener el capricho de ahorrarte un whatsapp y currarte un sms de esos que lo lees dos veces y no dicen nada. Pero no te lo dicen a ti, no dicen por lo que dicen, sino por lo que callan, por lo que significan, por lo que dibujan, por ¡Tienes un mensaje en tu bandeja de entrada! ¿Sabías cuántos años habían pasado sin que mi móvil volviese a sentirse tan joven? Pues no sé, pero vamos, 2012 nada de ná.
Por eso te digo, que hagamos lo que hagamos, hay que hacerlo con libertad, sin miramientos, sin necesidad de permisos, con absoluta libertad, como aquel que sigue siendo un crío que ha aprendido a pensar, como aquel que siendo un cascarrabias ha recordado como sonreir ante una infiMIdad.
¿Me entiendes, lo captas? Es un juego de críos, pero es nuestro juego, ¿va?
No hay comentarios:
Publicar un comentario