25 de mayo de 2011

Lo que pasa entre mis dedos

Me enamoré de ti el día en que me gritaste porque traté de quitarte un par de pelos...
Era un niñato quinceañero que pensaba que si guardaba entre dos cristales ese par de regalos robados tendría para siempre buena fortuna. Desde ese momento, supe que estuve enamorado, y desde ese instante, tu cabello fue un símbolo de que la fragilidad puede preservarse en cristal, si este se trata con cuidado.
Y ahora veo las fotos, y son tan lejanas, de momentos que recuerdo borrosos, y tenías el pelo larguísimo, y me volvía loco, y eres mi musa, mi niña ideal, y cerrar los ojos, y tumbarme en una toalla y cerrar los ojos junto a tu cabeza, tapándolos con tu pelo... no sé si lo entiendes, pero era una sensación mágica.
Y te hiciste mayor, y te volviste tan loca como yo estaba por ti, y un día, sin venir a cuento, te sentiste mujer delante de un espejo, y tijeras en mano cortaste cada mechón de pelo hasta límites insospechados, y si alguien osó alguna vez a decir que las chicas con el pelo corto no son bonitas, es porque no te conocieron.
Dios, de verdad, te comí, esa noche te comí, la terrible idea de verte con el pelo corto se convirtió en felicidad, porque habías dado un salto, habías ido pasando de niña a mujer, y ahora saltaba a la vista, había una evolución, una revolución, y lo mejor de todo, la vivíamos el uno junto al otro.
Y ahora, estás viendo como escribo esto, verdad, y me estás retrasando, puñetera, tontorrona, pequeñaja, maldito fue el día en que me dijiste que te pondrías un par de trenzas, que desde ese día no duermo tranquilo, no tengo tiempo para limpiarme la camisa de babas, y realmente, no quiero, ni puedo, ni pretendo separarme un instante de ti, porque es verdad eso que dicen del cabello de ángel... dulce, dulce, dulce eres.
Corre el aire entre mis dedos mientras te espero, esperando que llenes ese hueco con tu cabello, no dejo de soñar con qué me sorprenderás, pero sé que sea lo que sea, me volverás a enamorar.

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