8 de mayo de 2011

Alegría Envenenada

Mi primer recuerdo de esos saltos descontrolados sin demasiado sentido, de esa vigilancia a la puerta y a la esquina, de ese supuesto amor tan deseado. Qué pequeño era, y que bien recuerdo la susodicha canción. Llevan razón los que dicen que un buen recuerdo siempre tiene melodía, o tal vez no lo dice nadie, pero lo digo yo, tampoco me importa eso.
Me detengo a pensar, porque los codos sobre las rodillas no son buenos consejeros, me detengo a recordar, y borrosas son las imágenes, y ninguna la imagen, pero esa pasada ese día en particular, ese saber que de madrugada me tenía que marchar, para qué engañarme, me hace sonreir, me hace intentar soñar con que puedo volver atrás, ¿aquella inocencia sería lo que hoy llamo felicidad? Puede ser, fue tal vez.
Demasiados verbos, demasiada acción al escribir, cuando debería haber actuado en su momento, y no fui capaz. Mucho digo ahora que habría cambiado las cosas, que me comería el mundo, pero eso no es verdad,  no cambio nada de lo que hice en el pasado, porque el recuerdo me gusta tanto, que no se puede mejorar. De verdad, lo prometo, los recuerdos que antes fueron sueños, con un poco de música extraña, me encantan.
¿Quieres saber a que me suenas? A albero y ron Brugal, te lo prometo, es divertido, sonríe.

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