Quiero pensar que esto tiene un
valor por lo que sucede, no por lo que vale para un futuro, quiero eliminar la
palabra prueba de la ecuación, hacer sencillo lo difícil, asumir que
despedirse, como nacer, es tan sencillo que uno lo hace por naturaleza…
Una de las pocas cosas que
hacemos por naturaleza, además; cómo ese llorar de pequeños, y luego más tarde,
de adultos, para reflejar lo que pasa por nuestra cabeza, por nuestro corazón,
por…bueno, depende de en qué quieras dividirte, ¿no?
Y buscar la vida fuera, en la
absurdez del sueño que aparece mirando al cielo, y no descubrir el poder que
tiene la levadura, o la asombrosa explicación de la espuma de una buena
cerveza. Pequeñas cosas, grandes explicaciones, la sencillez nunca será lo
suficientemente valorada, por eso mismo es sencilla, supongo.
El feliz, el insensato, la
ingrata, el desdichado, la virtuosa, la tolerante, el indiferente, el atrevido,
cualquiera de aquellos que dijeron trazar su senda, acabaron desembocando en la
misma posada, ¿realmente importa lo que caminas?
Deberíamos creer que sí, porque
si no, todo vale, y al fin y al cabo, esto no es una prueba, pero tiene sus
reglas, aunque… ¿te apetece romperlas?
Sé sincero contigo mismo, como a
todos, las reglas, dices, están para romperlas…
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