8 de diciembre de 2011

Tempos

Esa sensación de vacío que asfixia, esa falta de respuestas a preguntas cuya respuesta no sabes si quieres saber. Ese saber sin saber si estás en lo cierto. La falta de fe en uno mismo, en tus acciones, tu pasado, tus decisiones, lo que ha hecho de tí lo que eres. Resulta increible que llegues a dudar de ti, sobre todo cuando lo primero en quién te gusta dudar es en si acertaste o no al elegir.
La falta de inspiración en el momento adecuado, la mente en blanco cuando el momento está más claro, la irritabilidad cuando la ignorancia deja de ser virtud para ser condena, la falta de paciencia cuando la respuesta está escrita pero aún no te llega. Resulta que sabes eso, que conoces el error, que puedes evitar la amargura, pero prefiere sufrir dudando, que actuar como un cubito de hielo.
Y al final eres ese cubito, pero jodido, porque te derrites por algo que no sabes si es el sol o el mero paso del tiempo, la lluvia en los cristales de la típica canción romántica...o la pasotería que más de uno se pone de traje.
Total, que al final, lo que quieres saber, lo sabes, el problema viene cuando tal vez lo sabes demasiado tarde.

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