Llegó el verano. Llevaba rezando (aún siendo ateo) porque llegase desde principios de Otoño, concretamente desde el 23 de septiembre, en que empecé a echarlo de menos, increible, ¿verdad? Por qué será, será...
Porque estoy muy loco, porque tengo tiempo sólo para tí cuando más aprieta la calor, porque la fortuna de ver puestas de sol casi a las once de la noche, que es cuando tenemos tiempo, sólo se da en estos tres meses tontorrones.
Porque me encanta que me provoques picor de ojos entre chapuzones con más o menos mala intención, porque me gusta filosofear a media tarde mientras te pongo una hormiga en el pelo.
Sabes el momento exacto en que toco tu pelo con esa intención inocente y provocativa a partes iguales, es cuándo me grita a voces el sol...el verano llegó, llegó, llegó...
Y entonces te vas a enterar, te voy a coger en brazos, te vas a resistir...dos segundos, como muyyy mucho, tres segundos, y vamos a tirarnos a la piscina, y esto es tan literal como poético, porque va tocando saltar, porque tengo ganas de improvisar ahora, que todavía el aire no nos dificulta avanzar, porque si mojados y sonrientes nos besamos, ¿qué mejor beso nos podríamos regalar?
No hay nada mejor que los besos en el agua.
ResponderEliminarMuy buena entrada.
Un saludo!