Llego cansado, hacía tanta calor fuera, que la temperatura poco podía subir...o eso creía yo...
Pero tú estabas allí, en el sofá...
Y ese día me quité la camiseta, y la tiré en el pasillo, me apetecía tomar un zumo, pero primero me apetecía besarte... y tú estabas viendo la tele, cansada de mandar email´s, con la ropa justa para no provocar al viento, pero para que el viento te refrescase.
Ese momento de la primavera en que se acaricia con el verano es el momento en que más me gusta el año, porque te obliga a ponerte morena y a dejarte ver, y me obliga a alterar mi sangre a diario...
Y tenías ganas de más, y querías que antes de ir a la ducha, sudase a tu lado. Y la moda francesa se había impuesto ese día, y la locura poquito a poco se apoderó de mi, instintivamente, mis manos sabían que hacer, qué tocar, dónde y cuando encontrar tu placer...
Eramos calor, peligroso equilibrio al bordde del sofá, ropas inútiles que acabaron entre las pelusas del suelo, y también manos entre pelos de loca, y bocados al borde de la música que jadeábamos. No sé si lo sigues recordando, yo lo veo como si fuese ayer...quizás porque lo fue.
Quizás porque lo pienso mientras vuelvo a avanzar ahora por ese pasillo, y te escucho en la ducha cantar. Ahora me apetece a mí, ahora sé que me esperas con otra provocación y que la historia volverá al sofá...
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