Porque no me gustaría dejar de andar sin surfear primero.
Porque tengo la necesidad imperiosa de conocer la tierra de Pedro el Grande y Zhukov.
Porque aspiro a aguantar sin respiración dos minutos mientras visito una playa que de verdad sea cristalina, en España o en la cochinchina.
Porque nadie debe marcharse de esta tierra sin visitar dos veces París, y a mi me queda una penúltima visita.
Porque quiero arriesgar mi vida cuando la haya vivido con un salto en paracaídas.
Porque nadie evitará que algún día pierda la conciencia de tanto catar cervezas de colores.
Porque quiero montar en triciclo.
Porque morir sin conocer a Jordan sería una tragedia nacional.
Porque no quiero elegir el nombre de un chiquillo, pero quiero un chiquillo cuyo nombre pude haber elegido.
Porque un riff del amigo Knopfler debe ser vivido en primera persona antes de vestirme de madera.
Porque tendría que visitar el lugar en que dijese, aquí descansaré cuando se acabe el trayecto en tren.
Porque vivir un par de semanas en un lugar tan inapropiado como extravagante, en que no pueda pronunciar ni una palabra comprensible debe ser una experiencia tan necesaria como irrepetible.
Porque tener la sensación de que te han dado un puñetazo en la boca del estómago y te has quedado sin respiración, y ha sido porque lo has merecido, debe ser digno de disfrute.
Porque a cada palabra que pudiese añadir a las palabras anteriores que un día me puse a escribir, le diese forma y acabasen publicándose sería algo así como el cielo en la tierra.
Porque quiero que tú, que lees, y tú, que no te pases, llegues a plantearte un par de cosas que te faltan por hacer, y las añadas, y yo las quiero también, estoy seguro.
Porque la avaricia rompe el saco, pero si de algo hay que morir, que sea de ser un tipo con sacos rotos.
El porque de las cosas es importante, tanto como ver lo buena que es esta entrada
ResponderEliminarMuy buena