Conocí un día a un hombre que encontró, cuando todavía era joven, un aparato magnífico, una brújula que no señalaba al norte, ni siquiera tenía puntos cardinales, sencillamente marcaba Si o No, Derecha o Izquierda.
Era una aparato magnífico porque cuando me lo enseñó, resultó que señalaba siempre a la decisión correcta, a la acertada, encontrabas una encrucijada y la brújula te indicaba el camino que tomar. Escuchabas unas palabras, te ponías a pensar, y llegado el momento de decidir, la brújula te decía si lo que hacías era la correcto o no. Resultaba fantástico tener algo que pasara lo que pasase, te guiaría siempre.
El chaval que la encontró estaba maravillado por su fortuna, y la usó deliberadamente, sin cansarse nunca, sabedor de que siempre iba por el buen camino.
Un día, hace no mucho tiempo, lo encontré, diez años después...iba impecablemente vestido, parecía un triunfador, y sin duda lo era, y le pregunté que fue de su brújula, si la seguía usando. Estuvimos hablando,y por último, le pregunté...
-¿Y bueno, por qué camino te ha llevado esa brújula?
-Pues tengo todo lo que podría querer, sin duda, y he resultado ser el más completo infeliz que tiene la mala fortuna de pisar la tierra.
-¿Y cómo puede ser eso?
-Porque descubrí demasiado tarde que el camino correcto, el evitar los errores, no te hace feliz, simplemente te hace correcto. Y vivir de forma correcta no está mal...pero es terriblemente aburrido.