14 de noviembre de 2012

Mírate

Anoche, y te miras, un espejo, que desordenado tienes el cuarto, ¿cómo habrá terminado así? La almohada mojada, el armario abierto, un puñado de ropa en la cama, y una duda sonriente. ¿Qué me pongo? Ay por dios...
Y te espero, y te miro, desde el umbral de la puerta, y me callo, no te aviso, sólo sonrío, eres como eres, ¿para qué voy a discutir? Elijas lo que elijas vas a elegir bien.
Y no se para el tiempo, y no se va los nervios, y no sabes muy bien por qué no puedes decidir. Y es tan tierno, y eres tan dulce, que me tengo que reir.
Y te asusto, y me vuelvo a reir de tu susto. Y te acercas, y me pegas, y me pinchas, y me mandas al salón, y te advierto una una cosa...
-Vamos tarde, princesa, ponte lo que quieras, lo primero que elijas, pero por favor, ten una cosa clara, desde tu vista del espejo  no se ven, pero yo veo tus alas de ángel como la primera vez. No las pierdas, no te las quites, no permitas que nadie te las arranque, no otra vez. Porque con ellas vamos lejos, con ellas eres cielo y un sueño a la vez.

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