Hoy es una de esas noches andaluzas en que no se puede conciliar el sueño. No apetece ni cenar, del calor que hace.
Te dan las tantas sin hacer nada, pierdes el tiempo sin saber cómo, aunque sepas que el día siguiente pagarás las consecuencias de ese coqueteo con la perezosa sensación de asfixia en que vives de noche.
Esta noche, mala noche, noche de tontería, noche sin valor, noche que no pasará a la historia de las noches, pero mira, tiene personalidad.
Maldita sea la calor, esa amiga con la que el sureño se siente identificado, tanto como para llamarle "el calor". Enseñanzas de una madre tierra que escarmienta, porque no soporto los aires acondicionados, me dan tanto o más dolor de cabeza que el bañar en sudor una almohada...
¿Qué queda para que sean las siete de la mañana? Por favor, dame prisa, hazme pasar rápidas las horas, necesito descansar, aunque sólo sea entre ese tramo que va desde el alba, con esos primeros rayas fríos de luz hasta que suene el despertador; si total, luego pienso apagarlo.
Mañana será otro día, pinta igual de caluroso, no digamos igual de mal, porque eso hasta mañana no se sabrá, mientras tanto, no digo buenas noches, porque no lo son, digamos calurosas noches, y esperamos que te pases por aquí, que te apetezca comentar, en noches como esta, en que no me veo capaz de pensar, necesito que alguien diga algo, pero necesito que quién lo diga, esté acostumbrado a pensar...
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