Palabra por palabra le pediría al silencio que se rompiese con el bostezo sonriente de la niña más bonita que jamás conocí. Así, de repente, vuelvo a estar pensando en tí.
Porque es imposible sacarte de mi cabeza, porque te llevo en el corazón, porque eres de las cosas esas que pasan una vez en la vida y te la cambian. Porque ya no eres princesa, ya eres mi reina.
Y ese trocito de labio que se guarda entre mordiscos es la envidia de todo un barrio que cuchichea por con quién te han visto. Es lo que tienes, lo que eres, el centro del mundo, el camino hacia el cielo.
Y yo me tropiezo, sonriente como ando, con la fortuna de que tengo con quien improvisar un futuro.
Y juntamos las manitas, esos dedos tan pequeños, y nos reimos del cielo, y de haber sobrevivido al infierno y de acostarnos sobre una cama de chuches, y te quieros, y fotos, y un puñado de recuerdos, y si seguimos así, viendo como estamos viviendo, moriremos por intensos.
Pero me da igual que las cosas no salgan como planeo, que lo que sienta no es lo que escribo, ni lo que escribo es lo que quiero, me da igual que me critiquen, sentirme mal por momentos, que si estoy a tu lado, si estamos los dos sonriendo...
Si en tus ojos los míos veo, lo malo se va muriendo, y otra risa, otro bostezo es lo que vamos compartiendo.